jueves, 2 de junio de 2011

Evidencia de la presencia de Tiranosaurio en Coahuila

Saltillo, Coahuila.- La evidencia de que en territorio coahuilense habitaron tiranosaurios está en manos del Museo del Desierto.
Se trata del fémur de un dinosaurio “Pico de Pato“, en el que hay marcas de mordidas de un carnívoro.

El fémur tiene más de 70 millones de años, y según el análisis, perteneció a un animal que pudo medir 15 metros de altura, esto significa que se trata del ejemplar más grande de esta especie encontrado en Coahuila.

Fue hasta hace poco que comenzó la investigación de este hallazgo realizado hace cerca de 3 años en el municipio de Ocampo.
“Honestamente no se trata de una de nuestras mejores piezas, ya que estaba completamente cubierto de sedimento, entonces no se le dio prioridad, porque teníamos el triceraptor que era por el que íbamos, entonces, este era el que estaba en un segundo o tercer término“, indicó el Maestro en Ciencias Paleontológicas, Héctor Rivera Sylva.

Sin embargo, repentinamente, este fósil tomó prioridad al descubrir una serie de marcas de mordidas de lo que podría ser un animal carnívoro.

“No hemos encontrado en ese lugar de Coahuila, dientes ni nada de algún Tiranosaurio, pero las marcas que están en este hueso, implican que había Tiranosaurios presentes en Coahuila, en ese lugar y esto esperamos que ya sea publicado el año que viene“, explicó.

“Por el lugar donde está, lo más probable es que el animal ya haya estado muerto y lo único que sucedió es que el Tiranosurio llegó a carroñar y agarró, por así decirlo, lo más carnocito y llegó a este punto en particular“, añadió.

Lo interesante de esta pieza es la mordida, según mencionó el paleontólogo, pues en México solo se tiene un registro más de mordida de un Tiranosurio, la cual también se encontró en Ocampo, pero en un cocodrilo gigante.

Sin embargo, el experto señaló que son muy escasos los registros de mordidas de Tiranosaurios en el mundo. Por ello, dijo, con esta evidencia, esperan encontrar próximamente, dientes de esta especie de carnívoros en la región.

Hace un mes que comenzó a limpiarse esta pieza y en dos semanas sus fotografías serán enviadas al boletín de la Sociedad Geológica de México para iniciar con el proceso de publicación que se espera demore 6 meses.

El lugar del hallazgo, donde también se encontró un cocodrilo gigante que será publicado en agosto en la Revista Mexicana de Ciencias Geológicas, no puede ser dado a conocer para evitar posibles saqueos.

En cuánto a la especie de triceraptor encontrado también en el municipio de Ocampo, Rivera Sylva explicó que este fue encontrado hace tres años por una voluntaria de nombre Ileana de la Peña.

Las piezas de este espécimen se convirtieron en la prioridad del museo, puesto que se trata de una nueva especie de la que sólo se han encontrado dos ejemplares, uno en el vecino estado de Texas y la segunda es ésta encontrada en territorio coahuilense.

“El doctor Peter Dodson de la Universidad de Pensylvania las ha visto, él es experto en dinosaurios con cuernos, y observó un escamoso, que es parte de la gola (superficie que recubre los tres cuernos) y tiene una protuberancia“, destacó.

“Ninguno de los centrosaurios que se hayan encontrado tienen esta protuberancia, salvo hay uno, también de Texas, con una protuberancia muy similar, lo cual hace pensar que es un género nuevo, no es una malformación de ese hueso, y el de Texas está menos completo que este, por eso se le está dando prioridad al de Coahuila“, añadió.

Rivera admitió que ya se ha pensado en el nuevo nombre de esta nueva especie, sin embargo, no puede ser revelado hasta que sea publicado, lo cual podría ser en dos años más.

En Coahuila se han encontrado cerca de 12 especies distintas de dinosaurios, incluyendo la nueva especie de triceraptor recién descubierta.

El femúr del Hadrosaurio podría exhibirse en próximas fechas en el pabellón paleontológico del Museo del Desierto, sin embargo, el Triceraptor podría ser exhibido, unicamente en réplica, refirió el paleontólogo.

Infonor

Nueva época

Han pasado ya varios meses desde nuestro primer posteo. Hemos cambiado varios elementos del sentido que habría de tener nuestra presencia en la red y considero es un buen momento para llamar a esto una nueva época.

Las experiencias de estos meses nos dan una dirección que irá perfilando nuestro quehacer no virtual.

Sirvan estas líneas a modo de recapitulación.

INAH encuentra restos de soldados de la guerra de 1846

Monterrey, NL.- Arqueólogos del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH-Conaculta) hallaron en el Fortín Tenerías, en Nuevo León, 10 osamentas pertenecientes a soldados caídos en 1846 durante la Batalla de Monterrey, en la que se enfrentaron norteamericanos y mexicanos; estos esqueletos se suman a otros 10 encontrados en excavaciones previas efectuadas en 1995, 2006 y 2008.

El descubrimiento se registró durante las obras efectuadas por una empresa constructora, en tres predios distintos localizados entre las calles Héroes del 47 y George Washington de la capital neoleonesa, donde especialistas del INAH realizaron labores de salvamento arqueológico para la salvaguardia de las osamentas.

La investigadora Araceli Rivera Estrada, responsable del salvamento arqueológico, explicó que a partir del tamaño de los cráneos —relativos a la raza caucásica— y la estatura de las osamentas —que va de 1.75 a 1.80m—, se considera que los esqueletos hallados corresponden a soldados estadounidenses, toda vez que los rasgos físicos no coinciden con los del mexicano promedio de aquella época.

Según fuentes documentales, en la intervención estadounidense —que se verificó del 21 al 23 de septiembre de 1846 y culminó con la toma de la ciudad regiomontana— murieron alrededor de 25 soldados mexicanos y 30 norteamericanos, a estos últimos corresponderían la mayoría de la veintena de esqueletos encontrados en las cuatro excavaciones arqueológicas hechas en los últimos 15 años.

Durante esta última temporada del Proyecto de Salvamento Arqueológico en el Fortín Tenerías, abundó la especialista del INAH, efectuada del 17 de enero al 14 de mayo del año en curso, se desenterraron 10 osamentas localizadas en los sectores oeste y suroeste de dicho predio, de las cuales tres se hallaron completas y corresponden a los enterramientos 2, 4 y 6.

Rivera Estrada comentó que “todos los soldados fallecieron en combate, aunque algunos de las osamentas presentan fracturas, como el caso del esqueleto número 2, que fue hallado con el fémur izquierdo cortado, cuya evidencia hace pensar que le fue amputada la pierna.

A su vez, dijo, la osamenta número 4 se encontró con huellas de una posible herida en uno de los fémures, que quizá provocó infección, además de que sólo se halló una cuarta parte del cráneo, por lo que se intuye que murió al instante por impactos de bala en la cabeza.

Respecto al enterramiento número 6, la investigadora del Centro INAH-Nuevo León, mencionó que el húmero izquierdo se halló totalmente destrozado también por impactos de bala.

“Estos restos óseos tienen pedazos de madera adheridos, debido a que el cuerpo fue depositado en una fosa rectangular a la cual se le colocó una capa de corteza, seguramente de mezquite, con la que se tapó el entierro y que al paso de los años, por el peso del sedimento superior, se colapsó y los fragmentos de madera cayeron sobre el esqueleto”, explicó la arqueóloga Rivera.

“También se localizaron restos de cerámica, metal, vidrio y concha, así como 16 botonaduras de chaquetín pertenecientes a uniformes de los combatientes, ocho clavos en el entierro número 6 y restos de madera”, agregó.

Durante las investigaciones previas hechas por el INAH en 1995, en el suroeste del predio tres, se hallaron aproximadamente 15 clavos y cinco osamentas fragmentadas, una de ellas llevaba consigo dos monedas de plata de medio dólar.

En 2006 se llevó a cabo una segunda excavación, bajo la responsabilidad del arqueólogo del INAH Moisés Valadez, quien encontró fragmentos de otras cuatro osamentas de soldados que probablemente fueron depositados en una fosa común, ya que los restos óseos —entre ellos tórax, cráneos y mandíbulas— estaban revueltos.

“Lo característico en estos huesos, es que muchos de ellos tenían pigmentación verdosa, propia de los restos que son expuestos al metal, por lo que suponemos que estos soldados fallecieron en combate al recibir impactos de bala, que al paso del tiempo mancharon los restos.

“Además hallamos dos balas —una aún totalmente esférica y la otra un poco aplastada debido a que ya había sido disparada—, así como un botón de hueso e infinidad de material de relleno, como vidrio, cerámica, plástico, cuero, loseta, entre otros”, comentó el arqueólogo Valadez.

En la excavación de 2008 —el predio norte— sólo se descubrieron fragmentos de un esqueleto en muy mal estado de conservación, que también fueron rescatados durante obras de construcción de una empresa privada.

Una de las hipótesis por la que no se han hallado osamentas de soldados mexicanos, apunta a que sus familiares los sepultaron en diversos panteones de la región, consideró la arqueóloga Araceli Rivera.

Actualmente, todos los restos óseos —excepto los hallados hace cinco años— están resguardados por el INAH en el Museo del Obispado, donde serán estudiados por el antropólogo físico Jesús Velasco González, del Centro INAH-Tamaulipas, para precisar las posibles causas de muerte de los individuos.

Los fragmentos encontrados en 2006 por el arqueólogo Valadez, fueron trasladados a la Dirección de Antropología Física, en la Ciudad de México, donde fueron analizados.

La investigadora Araceli Rivera externó la intención de colocar en el Fortín Tenerías una placa que haga referencia a la Batalla de Monterrey de 1846; además se contempla la posibilidad de abrir un pequeño museo de sitio donde se exhiban los restos y se explique su valor histórico y arqueológico.

Durante 1846 y 1848, cuando se llevó a cabo la intervención estadounidense en México, en Monterrey se levantaron trincheras en las bocacalles, se erigieron más de una decena de baluartes y fortines, distribuidos en las orillas y las entradas de la ciudad, siendo los más importantes el de La Ciudadela y el de Tenerías.

En este último se desató la Batalla de 1846, donde participaron alrededor de 900 soldados nacionales y norteamericanos. La tropa mexicana, conformada por las milicias de Nuevo León y de la Ciudad de México, fue encabezada por el general Pedro de Ampudia, mientras que la estadounidense —integrada por los batallones de Ohio y Kentucky, y de los regimientos de Tennessee y Mississippi— estuvo al mando del general Zachary Taylor.

Monumento a los Héroes del 47

Sobre la calle de Héroes del 47, a unos cuantos metros del Paseo Santa Lucía, el Gobierno del Estado dispone de un terreno el cual pretende ser utilizado para levantar un monumento dedicado a los combatientes de la Batalla de Monterrey de 1846.

El predio en cuestión –de aproximadamente 200 metros cuadrados– se encentra localizado dentro de una de las excavaciones que se efectúan en el cruce de las calles Washington y Héroes del 47.

A decir de Héctor Jaime Treviño, delegado del INAH en Nuevo León, existe un común acuerdo entre la constructora Delta y el Congreso del estado para que en ese predio se pueda levantar el monumento, dedicado a quienes combatieron durante la invasión norteamericana el 21 de septiembre de 1846.

“Nosotros vimos la posibilidad junto a la empresa para que ahí se coloque el monumento, incluso ellos (la constructora) están dispuesto a aportar una buena cantidad de dinero para ello”, comentó el funcionario federal.

Durante el mes de abril, el Congreso del estado y el Consejo para la Cultura y las Artes de Nuevo León (Conarte) firmaron el proyecto de colocar placas históricas en, al menos, 10 puntos del centro de Monterrey en donde se libraron los combates.

Además, se habló de levantar un monumento cercano a la zona de Tenerías (calles de Washington y Héroes del 47) en donde se libró el principal enfrentamiento.

Después de la inspección a la zona, Treviño Villarreal consideró que el espacio es suficiente para colocar una escultura pero que resulta pequeño para un museo de sitio.

Milenio